Tuesday, September 12, 2017

En el atentado al Centro Judío AMIA, la culpabilidad de Héctor Timerman se revela - Ben Cohen - Algemeiner



Hace 23 años que el Centro Judío AMIA de Buenos Aires fue devastado por una bomba en un camión puesta por Hezbollah, y que se cobró la vida de 85 personas e hirió a cientos más.

Además, hace poco menos de tres años que Alberto Nisman, el fiscal especial encargado de investigar la atrocidad de la AMIA, fue encontrado muerto en su apartamento. El cadáver de Nisman fue encontrado la noche antes de que fuera a desvelar una denuncia que acusaba al propio gobierno de Argentina de pergeñar con Teherán un pacto secreto para exonerar a los iraníes de su responsabilidad.

Durante este largo período de tiempo, nadie ha sido procesado por ninguno de estos crímenes, ni ha sido puesto nadie ante un tribunal para revelar la verdad de una vez por todas.

Y es que a veces parece que la entrega a la justicia puede llevar cierto tiempo. También es cierto que el paso del tiempo no disminuye la importancia de perseguir a los culpables.

Por eso, por ejemplo, cualquier compasión por los antiguos criminales de guerra nazis que ahora se encuentran en juicio está fuera de lugar. Por esa misma razón, cuando hay un desarrollo sensacional sobre una tragedia épica como la voladura de la AMIA - como ha ocurrido recientemente - debemos verlo como un hito en el camino hacia la convicción de que los iraníes y sus proximos fueron los responsables de este crimen.

A fines de agosto, el ex embajador de Argentina en Damasco, Roberto Ahuad, compareció ante la investigación oficial del gobierno argentino sobre la connivencia entre los iraníes y la anterior presidenta del país, Cristina Fernández de Kirchner. En su testimonio, Ahuad proporcionó el testimonio sobre lo ocurrido durante dos días en Siria en enero de 2011, confirmando - sin duda - una de las principales afirmaciones de Nisman: que Héctor Timerman, el ministro de Asuntos Exteriores de Kirchner, desapareció durante una visita oficial a Damasco para poder negociar secretamente un pacto con los iraníes.

Timerman siempre ha negado que hiciera algo semejante, desestimando al reportero que primero realizó dicha acusación en 2011 como un "pseudo-periodista". Y esta era la posición justamente viable hasta que llegó Ahuad.

Según Ahuad, un día después de que Timerman llegara a Damasco, él y el ministro de Asuntos Exteriores fueron trasladados a un aeropuerto militar cercano a la capital siria. Una vez allí, Timerman y sus ayudantes abordaron un avión proporcionado por el dictador sirio, Bashar al-Assad, después de informar cortantemente al embajador argentino que su presencia ya era superflua.

Ahuad, enojado con Timerman por haberlo avergonzado frente a sus anfitriones sirios, regresó a Damasco. Varias horas más tarde, al no haber recibido ninguna comunicación de Timerman, regresó al aeropuerto.

Dentro de la terminal, Ahuad se reunió entonces con un grupo de funcionarios sirios. Estos le dijeron que Timerman había viajado a la ciudad norteña de Alepo para una reunión organizada por Assad junto con el canciller iraní, el canciller sirio y el embajador de Irán en Damasco. Los funcionarios dijeron a Ahuad que desconocían la razón de la reunión, y que todos los arreglos habían sido envueltos en un "secreto absoluto".

Un informe oficial de la reunión apareció al día siguiente, en el que se decía que Timerman se había reunido con Assad para discutir el fortalecimiento de los lazos bilaterales, "reforzando la gran presencia de la comunidad siria en Argentina", comunidad de la que irónicamente  era originario el propio Ahuad. Huelga decir que la presencia de los iraníes no fue reconocida.

Pero en Argentina, Alberto Nisman no se dio por vencido. Había sido nombrado en 2005 para dirigir la investigación AMIA por el predecesor de Kirchner, su difunto esposo Nestor. Pero cinco años más tarde, el gobierno de Cristina Kirchner había dado un giro de 180 grados sobre Irán, y la investigación de la AMIA se estaba convirtiendo en una molestia.

Como cualquier buen investigador, Nisman fue hacia donde las evidencias le llevaban, hasta el punto de que le costó la vida - una opinión compartida por la investigación oficial de su muerte, que concluyó en mayo que el fiscal había sido asesinado, a pesar de la insistencia de Cristina Kirchner de que su muerte fue un suicidio -.

Kirchner, Timerman y varios otros funcionarios argentinos podrían enfrentarse a cargos de traición como resultado del testimonio de Ahuad. En el ínterin, el abogado de Timerman le dijo al juez de instrucción Claudio Bonadio que el ex ministro de Asuntos Exteriores quiere programar una audiencia donde "aclarará los hechos" en torno al pacto secreto con Irán.

Dado que el abogado de Timerman deja implícito en su carta que la salud de su cliente se está deteriorando, tal vez exista el fantasma de una razón para creer que Timerman - que ha demostrado ser un mentiroso una y otra vez - quiere desahogarse. Si lo hiciera, tal vez restauraría una pequeña parte de la dignidad que este hijo de una prominente familia judía había perdido en su colusión con los asesinos de judíos y no judíos argentinos. Incluso podría darle la oportunidad de devolverles los insultos a los lugartenientes de los Kirchner, que lo satirizaron como "ese judío" a sus espaldas, incluso mientras negociaba con Assad e Irán. O podría relatar otro nuevo tejido de falsedades.

El hecho de que la red se está acercando ahora a los culpables argentinos en la historia de la AMIA ya no se puede ocultar. ¿Pasarán otras dos décadas antes de que vayamos a ver a los terroristas iraníes en la corte?

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