Thursday, September 21, 2017

Cómo se ve el antisemitismo en los Estados Unidos desde Israel - Shmuel Rosner



El primer encuentro entre un primer ministro israelí y un canciller alemán tuvo lugar en 1960 en Nueva York. En esa reunión, David Ben-Gurion de Israel le explicó a Konrad Adenauer de Alemania Occidental que había tres tipos de judíos en el mundo antes de que Israel se estableciera: los judíos que vivían entre musulmanes, los cuales adoptaron costumbres musulmanas; los judíos de Europa, que nunca se consideraron como parte de la sociedad en la que vivían; y los judíos de América, que vivían en un país de inmigrantes y así se ven a sí mismos, como estadounidenses como todos los demás estadounidenses.

Ben-Gurion, que nació en la moderna Polonia, entendía a los judíos europeos. Pero nunca comprendió realmente a los judíos del mundo árabe ni a los judíos de América. La verdad es que, incluso ahora, muchos de nosotros los israelíes todavía no les comprendemos. Y en ninguna parte esto queda más claro que en cómo Israel responde al antisemitismo actual en América.

Generalmente, los judíos israelíes no están personalmente familiarizados con el antisemitismo. Cuando escuchan "antisemitismo" piensan en la historia judía - el Holocausto de los nazis, los pogromos en la Rusia zarista - no en nuestras propias experiencias. Al mismo tiempo, después de mirar la historia, los judíos israelíes nunca han creído plenamente que sea posible un país no judío que esté libre de antisemitismo. Una encuesta de 2016 encontró que el 99% de los israelíes cree que el antisemitismo es "muy o algo común" en todo el mundo. Por lo tanto, para muchos israelíes el siguiente desastre en la diáspora es sólo cuestión de tiempo.

Los judíos israelíes tampoco están familiarizados con la asertividad judía fuera de Israel. La historia que conocen - la narrativa sionista - es la de esos judíos sin poder en la diáspora que se hicieron políticamente asertivos solamente en el Estado judío. Esto es, para usar la formulación de Ben-Gurion, la historia de los judíos europeos.

Debido a las circunstancias y suposiciones de Israel, los judíos israelíes no han desarrollado la misma sensibilidad y oído hacia el antisemitismo que poseen los judíos de otros zonas. Por ejemplo, la semana pasada el hijo de 26 años de Benjamin Netanyahu, Yair, publicó un meme en Twitter donde incluía a George Soros, un multimillonario judío, que controlaba el mundo, y lo hacía con una caña de pescar que controlaba a un reptiliano y éste a su vez hacia lo mismo con una figura que se asemejaba a los peores tipos de representaciones antisemitas. El joven Netanyahu no se ha explicado demasiado, pero no tengo ninguna duda de que no es un antisemita. Su lapsus era probablemente el caso extremo de un israelí con orejeras que usaba herramientas equivocadas para criticar a los enemigos de su padre.

Esta brecha entre Israel y la diáspora se ha desarrollado porque Israel y sus líderes han luchado por encontrar una respuesta apropiada al temor que ha engullido a gran parte de la comunidad judía americana desde el surgimiento de Donald Trump, y más aún después de los acontecimientos en Charlottesville el mes pasado, cuando los neonazis marcharon por la calle cantando lemas antisemitas. Muchas personas - especialmente los opositores y detractores habituales del primer ministro israelí - criticaron al Sr. Netanyahu por ser lento en condenar a los neonazis y por considerar insuficientes sus denuncias.

En la defensa de Israel, la respuesta de los líderes, expertos y organizaciones judías estadounidenses ante la demostración neo-nazi de odio en Charlottesville fue confusa. Muchos judíos parecieron reaccionar ante estos acontecimientos como si el antisemitismo - un sentimiento existente, pero marginal, en un país que generalmente tiene sentimientos cálidos hacia sus judíos - planteara un peligro inmediato. Pero al mismo tiempo, al elevar sus voces para exigir una condena más clara, estos líderes judíos estadounidenses actuaron con firmeza y confianza en sí mismos. Casi no parecen vivir con miedo.

Dado que el único antisemitismo que los israelíes entienden es el de la violencia, la sangre y la intimidación brutal, resulta difícil para muchos de ellos apreciar el pánico ante unos cientos de manifestantes y la condena ineludible del presidente. Puesto que el único remedio para el antisemitismo que conocen es un Estado judío (y un ejército judío), es difícil para muchos de ellos apreciar unos temores sobre el antisemitismo que no van seguidos por una inmigración a Israel.

Pero sobre todo, ¿qué debe hacer Israel? Basta con considerar algunas de las opciones:

¿Ayudar a los judíos estadounidenses de alguna manera material? Pero ellos parecen estar bien. De hecho, parecen sentirse lo suficientemente seguros como para emprender su propia combate. Cualquier intento de Israel de intervenir en esta crisis sugeriría que los judíos estadounidenses no están tan integrados como dicen estarlo.

¿Unirse al coro de la condenación? Israel no necesita demostrar que no le gustan los neonazis. Pero como país, tiene otros intereses. Primero y ante todo es su necesidad de buenas relaciones con la administración americana - esa misma administración a la que muchos judíos estadounidenses culpan por la crisis -. Por otra parte, Israel tiene aversión por esos radicales izquierdistas que se enfrentaron con los supremacistas blancos en Charlottesville, y eso es porque muchos de estos radicales están asociados con grupos altamente críticos con las políticas de Israel y a menudo apoyan el boicot de Israel. Una posición que los israelíes consideran tan antisemita como el antisemitismo de los neonazis.

¿Abstenerse de responder? Cuando Israel intentó eso, muchos líderes judíos estadounidenses (y algunos israelíes) condenaron su silencio. "Cualquier judío, en cualquier lugar, que no actúe para oponerse al presidente Donald Trump y a su administración, actúa en favor del antisemitismo", escribieron los novelistas judíos Michael Chabon y Ayelet Waldman, próximos por otra parte a esos radicales izquierdistas, exigiendo a Israel que "abra los ojos y se espabile".

Lo único que Israel realmente puede ofrecer en respuesta al antisemitismo es algo probado y cierto: su existencia. Israel puede y debe seguir siendo un refugio judío seguro, dispuesto a aceptar a los judíos en peligro de cualquier parte del mundo. La ley de retorno de Israel permite a todo judío que siente la necesidad de huir de la persecución encontrar un hogar en el estado judío y convertirse en ciudadano.

Hay una sensación de decepción entre muchos judíos en América en lo que perciben como una indiferencia israelí ante antisemitismo en los Estados Unidos, ya sea que en las manifestaciones neonazis o en los memes en Twitter. Pero de hecho, este es sólo otro caso de los judíos hablando los unos de los otros. Los israelíes ven a los judíos americanos como asustados pero rechazando lo que ellos consideran la única solución para el antisemitismo. Por su parte, los judíos estadounidenses ven a los judíos israelíes como demasiados engreídos al adherirse a una solución que no aborda lo que ellos consideran lo más importante: una América libre de antisemitismo.

La cura para este malentendido es ese conocimiento del que ambas comunidades carecen. Los judíos estadounidenses necesitan entender mejor que la postura de Israel sobre el antisemitismo en los Estados Unidos, y que refleja las circunstancias de Israel. Los israelíes necesitan entender mejor a los judíos de América y aceptar que, por una vez, no deben ofrecer la solución hecha y muchas veces valiosa de un refugio seguro, sino más bien extender su empatía hacia la otra gran comunidad judía que libra su propia batalla.

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