Thursday, July 27, 2017

Israel (Netanyahu) capitula ante la escalada palestina - Debka



El gobierno de Netanyahu ha cedido a la presión combinada de los palestinos y de los árabes israelíes sobre sus posiciones respecto al Monte del Templo y sus respuestas a los actos de terrorismo árabe. El jueves 27 de julio, todas las medidas de seguridad, detectores de metales, cámaras y cercas habían sido retiradas del Monte del Templo y los cadáveres de los tres terroristas árabes israelíes entregados a sus familias en su ciudad natal de Umm al Fahm, en el Triángulo Árabe de Israel.

En la Ciudad Vieja de Jerusalén, unos alegres palestinos entregaron dulces y galletas. Desde sus coches gritaban para celebrar su victoria sobre los judíos.

En Umm Al Fahm, miles de personas asistieron a una marcha fúnebre el jueves por la noche bajo el estallido de banderas palestinas y reivindicaciones de los tres terroristas, que provocaron la crisis del Monte del Templo disparando a los policías, como unos "santos mártires" que llevaron la gloria a Umm al Fahm. Y esta ciudad árabe al noreste de Tel Aviv está representada en el Parlamento de Israel, la Knesset [N.P.: Recordemos como la izquierda israelí hace una década, ahora ya no, y Lieberman ahora mismo, defendían y defienden que esa zona deje de formar parte de Israel y pase a formar parte del supuesto estado palestino],

Incluso después de que Israel cediera a sus demandas con el fin de calmar una crisis peligrosa, los líderes de los clérigos palestinos y el Waqf no ordenaron a los fieles musulmanes poner fin al boicot contra Al Aqsa (hoy ya recomiendan la entrada). En cambio, sus reuniones para la oración en las calles exteriores se hinchan constantemente como un símbolo de su confrontación con Israel. La Autoridad Palestina, la milicia Tanzim y el Hamas han pedido un enfrentamiento progresivo con Israel este viernes.

Como ya DEBKA señaló el miércoles, el gobierno israelí, al rendirse ante los extremistas palestinos, los árabes israelíes y los nacionalistas religiosos musulmanes, se ha colocado en una pendiente peligrosamente resbaladiza. Las demandas insaciables de más capitulaciones no se detendrán en este punto. El gobierno de Binyamin Netanyahu se ha visto obligado a retroceder paso a paso sobre sus medidas sobre el Monte del Templo a causa de un asedio compuesto por tres partes: los palestinos, los gobiernos árabes sunitas, incluida Jordania, y la opinión pública jordana. El gabinete de seguridad no puede ser criticado por aprobar unos primeros pasos racionales para asegurar a los fieles y visitantes que frecuentan el Monte del Templo, después de que tres terroristas árabes israelíes profanaron el santuario el 14 de julio disparando a dos policías israelíes de guardia en la Puerta de los Leones.

Los detectores de metales en los accesos proporcionaron una solución rápida para reabrir los santuarios al día siguiente.

Cuando los ministros se equivocaron fue al no perseguir a los perpetradores de los asesinatos cometidos en uno de los santuarios más sensibles del mundo. Los asesinos árabes israelíes pertenecían al clan Jabarin, un clan sin ley que gobierna la ciudad árabe israelí de Umm al Fahm. Los ministros no trataron a este clan como parte central en este crimen por su preocupación antes las delicadas relaciones con la minoría árabe de Israel. En cambio, el Monte del Templo, la línea caliente de las relaciones de Israel con todo el mundo musulmán y árabe, fue tratado como la cuestión central.

Los Jabarin se sentían lo suficientemente seguros como para seguir violando las leyes de Israel. El martes 25 de julio, un miembro del clan fue capturado pasando de contrabando en un camión a trabajadores ilegales palestinos procedentes de la ciudad palestina de Jenin a través de Israel. Era obvio que algo funciona mal en las políticas nacionales de seguridad nacional.

En otro ejemplo, el gobierno finalmente, y con un año de retraso, ordenó derribar la casa de uno de los terroristas del mercado Sarona de Tel Aviv dónde se asesinó a cuatro israelíes. Un edificio en la aldea de Yata de Hebron será destruida. Al mismo tiempo, la Corte Suprema de Justicia de Jerusalén dio a la policía 30 horas para entregar los cadáveres de los tres hombres terroristas árabes del Monte del Templo, miembros del clan Jabarin, a sus familias para su entierro.

Destruir la casa de uno de los terroristas de Tel Aviv, que afirmó haber sido inspirado por ISIS, podría hacer sido hace un año un elemento de disuasión para los asesinos de Umm al-Fahm.

Ahora resulta que los asesinos del Monte del Templo fueron el resultado de la conspiración terrorista conjunta de árabes israelíes y palestinos contra Israel.

Esta conspiración fue insuficientemente abordada por los ministros que participaron en las deliberaciones del gabinete de seguridad. La retirada de los escáneres de metal, de las cámaras de seguridad o de cualquier otra medida que Israel haya instalado no satisfará a los palestinos y a los líderes árabes israelíes, incluidos los miembros del parlamento. Están dispuestos a atraer a su comunidad formada por 1,5 millones de personas hacia una fermentación sangrienta que han cocinado para que todo el mundo árabe consuma.

En esta coyuntura, el gobierno israelí no tendrá más remedio que frenar en el tema de las concesiones - aun cuando la violencia callejera se intensifique - y trazar una línea roja. Los palestinos y sus clérigos deben estar firmemente informados de que si deciden seguir boicoteando a Al Aqsa y celebran oraciones en la calle, que así sea [N.P.: los clérigos musulmanes ya han gritado victoria y han autorizado el ingreso].

Israel no debería ceder más sobre su responsabilidad a la hora de asegurar el Monte del Templo contra más violencia. Así, el sueño de un desfile de la victoria palestino y árabe en el sagrado recinto para celebrar la humillación del Estado judío nunca deberá hacerse realidad.

Muy pocos israelíes son conscientes de los orígenes de los 180.000 árabes que viven en Jerusalén hoy. La mayor parte de ellos son originarios de Hebrón y emigraron a Jerusalén durante años desde 1967. El Reino Hachemita de Jordania que gobernó Jerusalén oriental y sus santuarios durante 19 años hasta la Guerra de los Seis Días, mantuvo cuidadosamente a los nativos de Hebrón fuera de la ciudad. Su conducta extremista sobre el Monte del Templo explica el por qué.

Si Israel no logra instalar una poderosa línea roja en estos momentos de enfrentamientos, todo esto llevará a una nueva crisis o atentado terrorista cada pocos días para obligar a los ministros a retroceder paso a paso en medidas fundamentales para la seguridad nacional. La opinión popular judía e israelí, irritada por el ultraje terrorista árabe en el asentamiento de Halamish, estaba en contra de esas primeras concesiones y se opondrá a más.

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