Saturday, September 24, 2016

El honor perdido de los judíos de Francia - Shmuel Trigano



¿Los judíos de Francia aún tienen dignidad? Parece colgada de un hilo: la disposición de Obama. Más de 80 senadores estadounidenses acaban de escribirle  pidiéndole que vete la "iniciativa francesa" en el Consejo de Seguridad.

Como todo lo que cuenta el discurso orwelliano del poder en Francia, esta iniciativa es calificada como una "iniciativa de paz". ¡Qué hermosas palabras se utilizan para decir tales cosas! En realidad, se trata de la última patada en el culo, como suele decirse, que el poder socialista francés se prepara para dar a la comunidad judía francesa después de su voto en la UNESCO despojando al judaísmo de sus derechos sobre el Monte del Templo,y haciendo suya no sólo las pretensiones de los islamistas palestinos e israelíes, sino también la narrativa religiosa exclusivista de una religión singular (¿una religión de Estado?).

Existe un recorrido lógico que va desde la votación parlamentaria, y la ovación consiguiente, para un reconocimiento de un Estado palestino, a una amenaza de expulsión y aislamiento internacional de Israel si no obedece los dictados urdidos por el Quai d’Orsay, el descarado y tradicionalmente pro árabe Ministerio de Asuntos Exteriores, pasando por la posterior negación de la legitimidad de Israel en Jerusalén, deslegitimando expresamente la narrativa del judaísmo sobre su historia y esperanza.

Habría mucho que decir sobre este escarnecimiento contra el sujeto judío, tan vilipendiado en Francia desde la década de 2000 y que aún está vigente. Estamos en las vísperas de un renacimiento de la efervescencia del "antisionismo". La cadena de TV Arte, foro por excelencia de la ideología posmodernista de la Unión Europea, que se ha convertido en toda una experta en el arte de rebajar a unos - moralmente - para elevar a otros, va a emitir una programación dedicada a los "colonos" para celebrar los 50 años de la Guerra de los Seis Días. Parece buscar despertar un odio que se había quedado agazapado, por así decirlo, bajo las picaduras de los "lobos solitarios” y demás “desequilibrados” islamistas. Además se prepara una campaña internacional que gozará del retorno del espectro de JCall (la versión francesa de J Street).

Un plan concertado

No hay en todo esto una combinación de circunstancias. Se trata de un plan concertado donde se combinan iniciativas mediáticas y políticas coordinadas con ciertos Estados sobre un plan mundial. Recientemente, se ha revelado la participación del millonario judío estadounidense George Soros en el activismo anti-israelí internacional (perdón "pacifista"), e incluso dentro de la sociedad israelí. Hay actualmente en el mundo judío una corriente minoritaria, pero poderosa, anexa a las élites posmodernistas internacionales, que milita resueltamente en contra de la soberanía de un Estado judío, obstáculo para su preponderancia y para su proximidad a los centros del poder mundial. Como podemos ver en sus efectos en Francia, esta ideología reclama el privilegio de la moral y ambiciona encarnar los "derechos humanos" (o la Unión Europea). No hay que dejarse intimidar e impresionar por este teatro con su escenario desvelado.

Para volver a Francia, la apuesta electoralista dirigida al electorado musulmán por un partido socialista que muy pronto será expulsado del poder por los electores, no es suficiente para explicar plenamente este estado de cosas. El ensañamiento contra Israel, la manipulación integral del signo y el sujeto judío, juegan un papel sistémico en la posición francesa tan especial. Como prueba, la reactivación artificial permanente del conflicto palestino-israelí sellado en la agenda permanente de la Unión Europea... Cuando los atentados parecen (ilusoriamente) calmarse, resurge la evocación de "Palestina". En el fondo resulta lógico, ya que fueron los palestinos quienes inventaron el terrorismo internacional en los años 1960 y 1970 (mucho antes de la Guerra de los Seis Días).

La cuestión que me preocupa es comprender cómo los judíos franceses pueden imaginarse un presente y un futuro, mientras deben tragarse estas serpientes sin decir una palabra. Sin nada que decir. Las reacciones a la votación de la UNESCO fueron apenas audibles a nivel público, mientras que se trataba de una apuesta simbólica absolutamente crucial para el judaísmo, un sujeto al que es imperativo no renunciar. Ellos sabiamente escucharon los pretextos evanescentes de sus interlocutores oficiales después de que volvieran, sin cargos de conciencia, a casa. No he oído una sola palabra fuerte reprochando esa votación. Ningún escándalo sobre la plaza pública que testifique que por ahí "no pasaremos".

Pero la realidad es la realidad. Los ataques simbólicos siempre preceden a los ataques físicos. La década de 2000 lo ha verificado. Qué no se olvide nunca.

El poder de la Palabra y de la conciencia es inmensa de cara a la lepra ideológica, a la enfermedad del discurso posmodernista que domina en todas las tribunas. "Lepra" se dice en hebreo "dever", de la misma raíz que "davar", palabra o discurso.

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